Siempre ~ Maggie Stiefvater

19.9.12

Edición: SM, 2011
Páginas: 491
ISBN: 9788467551259

Se acabó el juego.
Ahora las apuestas son a vida... o muerte.

Los lobos de Mercy Falls vuelven a salir en las noticias. Hace diez años, la manada atacó a una chica. Los periodistas manejaron la palabra "accidente".
Una década más tarde ha muerto otra chica. Ahora, la palabra es "exterminio".

El tiempo se agota para Sam y Grace, para Isabel y Cole.
Esta vez, las despedidas pueden ser para siempre.

Sobre la autora

Remítanse a la página de la autora (otra vez) si desean conocer más de su obra. SM sólo publica una carta de agradecimiento de parte de ella en las páginas finales, pero no conocemos a su gato ni a su tortuga favorita.


[Esta reseña pudiera contener spoilers de Temblor y Rastro.]

Esperaba un poco más de Siempre, debo ser sincera. Después de sorprenderme en Temblor, y desencantarme en Rastro, decidí darle la oportunidad al tercer y último libro, y ver si conseguía convencerme lo suficiente.

Lamentablemente, el desarrollo y el final no ha sido de mi agrado. Acabé cerrando el libro con una sensación de soponcio impresionante.

Comentario personal

El final de Rastro daba pie a una serie de conjeturas, a mí parecer, cada una más desafortunada que otra. No sé si Stiefvater hizo bien en concluir la trilogía de la forma que lo hizo. A mí, no me convence.

El libro parte con Shelby, y con una decisión trascendental que hará que el castillo de naipes se desplome. Todos los personajes tendrán que poner manos a la obra si quieren que sus vidas continúen un cauce relativamente normal.

Tenemos a Grace, convertida ya en loba, regresando a su piel humana. Poco y nada crece nuestra protagonista. Un verdadero desperdicio. Quien sí gana puntos —afortunadamente— es Sam. Por supuesto, esto no ocurre de inmediato, sino que son necesarias sus buenas decenas de páginas para que el chico de ojos amarillos despabile.

Los que se llevan aplausos son Isabel y Cole. Él, secundario, terciario, o lo que sea, consigue arrancarnos sonrisas. Cole sí madura, si razona, si abandona toda duda. A pesar de que nos lo presentan como el típico chico malo y bocazas, que fascina a las mujeres y hace gala de todo su encanto para conseguir lo que quiere, a fin y al cabo se convierte en uno de los personajes más cercanos, más reales… hasta cierto punto. Porque la autora lo ha sumergido en una buena dosis de autocompasión y sufrimiento durante una parte del libro. En esos instantes quería sacudirlo, pero bueno, durante el resto de la novela fue lo bastante decente como para agradarme.

Isabel, por otro lado, con sus verdades sin aliños y sus bruscos modales, es el contrapeso de Cole. Además, Isabel es el personaje que saca al resto de su complacencia, y consigue jalar la historia hasta su final.

Debemos reconocer que Stiefvater no escribe mal. Su narración está bien desarrollada, hay buen uso del lenguaje y no resulta agobiante. Sin embargo, no consigue encantar. Es decir, pareciera que estuviésemos leyendo cualquier cosa, en vez de una historia de despedidas. No se nota la tensión, ni hay puntos álgidos. Todo pasa planamente, sin pena ni gloría.

Los últimos capítulos, donde se supone que hay acción, transcurren tan rápido que no alcanzamos a disfrutar nada. Y el final, definitivamente, podría haberse resuelto mejor.

Conclusión

Encariñarme con Temblor fue un error, porque me hizo entusiasmarme y esperar mucho de una trilogía que, francamente, termina dando bote. La autora hizo mal en alargar el cuento. Con el primer libro bastaba. Rastro y Siempre están demás.

No disuado de su lectura. A veces, leer algo así sirve para apreciar —o despreciar— lo que viene. Nunca se sabe. Personalmente, considero que el espacio que ocupa Siempre en mi biblioteca muy pronto será destinado a otra novela con mejores perspectivas.

Adiós, Maggie. Puede que te lea otra vez... o puede que no.

Valoración: 4/10