Sorry por los spoilers.
Comentario del libro
Sentido y sensibilidad fue el tercer libro leído en el club, y puedo decir, con perspectiva, que fue una excelente decisión leerlo entre Persuasión y La abadía de Northanger. Creo que lo he dicho con anterioridad, pero no está demás repetir que ya he leído las seis novelas principales de Jane Austen, así que este club me ha permitido contrastar la percepción de mi yo adolescente con mi yo adulta (en la mayoría de los casos, porque Emma lo leí recientemente).Sentido y sensibilidad supuso, curiosamente, un choque apoteósico y sangriento. Recordaba amar este libro; fácilmente se ubicaba justo después de Orgullo y prejuicio. Con su relectura, ha tocado fondo, y creo que compite con Mansfield Park por el título del peor libro de Jane. (Nada es perfecto, damas y caballeros).
¿Qué cosas me molestaron esta vez? Pues bien, lo primero que destacaré es lo curiosa que me resulta (por no decir desconcertante) la relación fraternal de Elinor y Marianne. Cuando este libro se presenta —de manera superficial— como el enfrentamiento entre la sensatez y raciocinio de Elinor versus la volubilidad y temperamento de Marianne, uno esperaría ver, tarde o temprano, ese amor entre hermanas que les permitiría capear sus penosas circunstancias. No obstante, a lo largo del libro nos damos cuenta lo desligadas que están la una de la otra en todo sentido. Elinor y Marianne podrían ser muy bien personajes sin lazos sanguíneos. Es en las adaptaciones donde notamos el amor que sienten, no en el libro. En la novela, Elinor es la jueza de Marianne, y Marianne la crítica de Elinor.
Como si fuera poco, Marianne como personaje es francamente insoportable. Quizá se le puede perdonar por su edad (dieciséis años al comienzo de la novela), sin embargo, su falta de decoro y su abierto desdén hacia las formas sólo demuestran lo poco que le importa la situación de su familia. Marianne es un personaje egoísta, que sólo vela por sí misma, a diferencia de Elinor, quien trata de poner un poco de cordura en la cabeza de su hermana.
La pobre Elinor también debe lidiar con su madre. Al parecer, Jane Austen sentía un inmenso placer al ensañarse con la familia en sus novelas, y particularmente con la figura materna (la Sra. Bennet como la que más). La Sra. Dashwood es una mujercita con poco poder de decisión, pusilánime, que se apoya demasiado en su hija mayor cuando se trata de resolver situaciones complejas. Su ineptitud es una razón importante en la “caída en desgracia” de Marianne: de no haber estado tan embobada por sus sueños llenos de unicornios se hubiese percatado del peligro que corría su hija. Por suerte, el coronel Brandon, el héroe austenita por excelencia, estaba allí para resolver todo.
En Sentido y sensibilidad los héroes austenitas pecan de bobos y blandengues. Por un lado Edward Ferrars, quien por no ponerse los pantalones casi pierde al amor de su vida. Por otro, Willoughby, un cabrón de cuidado que estuvo a punto de redimirse pero le pudo la codicia. Tanto Edward como Willoughby representan la debilidad; en contraposición, Brandon representa la firmeza de carácter, y solo por su honor, compromiso, transparencia y perseverancia se gana el afecto del lector (no como los otros dos, que nunca dicen la verdad).
En mi primera lectura las desdichadas circunstancias de los personajes me constreñían el corazón; esta vez me desesperaban por lo absurdas que resultaban. Fue difícil empatizar con las Dashwood, pues parecen perseguir la infelicidad. Lo mismo me sucede con Brandon, queriendo repetir la historia: es aquí cuando alzo la voz y digo ¿en qué estabas pensando, Jane? ¿Brandon con Marianne? ¡No! ¡Mi ship era Elinor con el coronel! ¡Era lo razonable!
Por último, destacaré al personaje de Lucy Steele, quien, por estar al lado contrario de nuestra heroína, se gana nuestro odio. Pero no, no por default, porque Lucy Steele es una hipócrita de cuidado, un Willoughby más, a quien el dinero encanta y desencanta según corresponda.
Es por ella, por Willoughby, por Marianne y por Elinor que nos damos cuenta de una de las dinámicas de este libro: el amor versus el poder del dinero. Allí cuando Elinor y Edward renuncian, Willoughby falla y cae.
En resumen, me quedo con Brandon, pero solo porque debo (?) rescatar a alguien de esta novela. ¿Que el sentido le ganó a la sensibilidad? ¿O la sensatez a los sentimientos? Sólo por un pelo.