Throne of Glass · Sarah J. Maas
Throne of Glass #1 (de 6)
Alfaguara · 2017
528 páginas
ISBN 9789877383171
Trono de cristal · Corona de medianoche · Heredera de fuego · Reina de sombras · Empire of storms
En un mundo sin magia, y tras un año de trabajos forzados en las minas de sal, una joven asesina es convocada al palacio. Pero ella no acude para acabar con el sanguinario rey que gobierna desde su trono de cristal, sino para conquistar su propia libertad. Si vence a veintitrés asesinos, ladrones y guerreros en una competencia a vida o muerte, será absuelta de prisión para ejercer como campeona real. Su nombre es Celaena Sardothien.
El príncipe la provocará. El capitán de la guardia la protegerá. Una princesa de lejanas tierras se convertirá en su amiga. Pero algo maligno mora en el castillo y está ahí para matar. Mientras sus competidores van cayendo uno a uno, la lucha de Celaena por su liberación deviene una lucha por la supervivencia y una incesante búsqueda del origen del mal antes de que éste destruya su mundo.
Dos hombres la aman.
El mundo entero la teme.
Y solo ella puede salvarse a sí misma.
Comentario personal
El hype le hace mucho daño a una novela. El hype… y los comentarios en contra. Por un lado, pensaba encontrar en
Trono de cristal la novela del siglo, y por otro, una bazofia. Pues bien, no hallé ni lo uno ni lo otro. Si tengo que ser sincera,
Trono de cristal es un libro más; cogiéndolo sin expectativas puede resultar una lectura grata y entretenida. Eso fue para mí. Claro, tiene sus puntos negativos, pero por suerte no me afectaron demasiado y pude disfrutar la historia de Celaena Sardothien.
Todas las mañanas, al despertar, se repetía para sí: «No tengo miedo».
Quizá el primer escollo con el que se encuentra uno en esta novela es la misma Celaena. Su personalidad arrogante, orgullosa y narcisista resulta repugnante al principio, pero con un par de capítulos comprendemos que Celaena fanfarronea como el que más, que es una niña caprichosa y que, a pesar de ostentar el título de “asesina”, en realidad es apenas una chiquilla.
Al final acabé riéndome un montón con sus bobadas, a pesar de que su lado ligero se contrapone a la cuota de dramón que la autora quiso añadir. Puede parecer una Mary Sue al uso, sin embargo, Celaena no lloriquea por los rincones por los machos de turno dándose con una piedra en el pecho porque es fea, sino que se considera bella, talentosa y tiene un par de defectos que jamás supera.
Como en una buena novela juvenil, tenemos a dos chicos por los cuales suspirar. Por un lado, Dorian, el príncipe de Adarlan, guapo, mujeriego y simpático, que rápidamente se ganó mi afecto por su carisma. (Por momentos lo comparaba con Kvothe y Kelsier por su personalidad chispeante). Chaol, en contraposición, es el personaje frío, que tiene un corazón blandito pero que el resto no ve.
Últimamente me siento más inclinada a mostrar mi favor a personajes como Dorian, solo porque son una especie de alivio cómico, así que lo siento Chaol, pero no eres santo de mi devoción.
Tenía intención de ganar. Vencería, serviría al rey y luego desaparecería en la nada, y no volvería a pensar en castillos, reyes o asesinos [...].
No estaba predestinada a hacer nada. Ya no.
Como indica la sinopsis, Celaena es convocada a palacio para participar en una competición. Si gana, podrá conseguir su libertad. Si pierde volverá a Endovier, un campo de exterminio, donde le aguarda la muerte. De por medio, deberá lidiar con entrenamientos, conspiraciones, intrigas palaciegas, coqueteos, un par de asesinatos macabros, una princesa extranjera, vestidos y fiestas, etcétera.
Está demás decir que poco y nada vemos de la asesina que nos anuncian en todos los capítulos; ojalá Sarah J. Maas solucione este detallito en los siguientes libros. Maas lo justifica lisa y llanamente con el año que Celaena ha pasado en Endovier, donde la soledad y los maltratos han debilitado su cuerpo y espíritu. Y bueno,
lo puedo perdonar únicamente porque sé que estoy delante de una saga de seis libros, y el primero es, por
default, en el que se presentan los personajes y se introduce la trama que se enredará en los siguientes.
Asimismo, nos encontramos con un par de clichés, pero no siento que me hayan impedido avanzar con la lectura (peores fueron los de
Dorothy debe morir; quizá eso me ayudó con éstos), además, la narrativa es ligera y ágil, lo que permite avanzar rápidamente las páginas. El ritmo es fluido, y de vez en cuando aparecen pistas que permiten que el lector vaya armando el rompecabezas que supondrá la saga.
¿Podía un solo hombre destruir todo un mundo?
Quizá el mayor pecado de este primer libro es ser demasiado superficial, sobre todo lo que respecta a la construcción de Dorian y Chaol, y al villano, el rey de Adarlan. A diferencia de otros libros, donde el villano se roba la película (Levana 💙) sentí que el rey de Adarlan era un monigote que Celaena temía porque sí, y no porque fuera el destructor de reinos que —se supone— es. Nuevamente, debo creer que sabré más en
Corona de medianoche.
Carece de acción, sí, pero después de leer
Elantris y
Mansfield Park justo antes, una lectora puede superar cualquier libro que no sea una vorágine de escenas sangrientas.
La acción está sobrevalorada.
Lo mejor del libro es lo risible que resulta en ocasiones. Lo comenté en Goodreads, y lo repito acá: Trono de cristal pareciera ser una sátira de las novelas de fantasía. Hay muchas escenas divertidas que se salen del molde de una novela épica, y qué hablar de Celaena, la asesina a la que le gustan los vestidos, los dulces y los cachorros.
El
wordbuilding, aunque escuálido en esta primera entrega, promete y mucho, especialmente por todo el rollo de esos reinos y planos más allá del conocido. Me encantan las teorías de multiversos y mundos paralelos.
La muerte o la libertad aguardaban en aquella mesa. Su pasado y su futuro estaban sentados en un mismo trono de cristal.
Ahora bien, un par de apreciaciones personales a raíz de los muchos comentarios que se encuentran en la web.
Esperaba encontrar un triángulo amoroso cuando no lo hay. Será porque a la gente le gusta shippear a Pedro, Juan y Diego, pero en ningún momento sentí que pasara algo serio entre la protagonista y los dos galanes de turno. De hecho, ya que a veces se habla de una conexión mística, preveo que hay algo más detrás de esas relaciones, un lazo no necesariamente romántico. Como si fuera poco, Celaena menciona en varias ocasiones la pérdida de un compañero, y es en esas líneas que uno reconoce que todavía está de duelo y no puede tomar a nadie en serio.
También, y aquí tal vez puedan entrar ustedes con sus comentarios (¡pero sin spoilear!) es lo mucho que me recordaba la fama de Cealena a la fama de Kvothe de
El nombre del viento. No sé si estoy en lo cierto o no, o tiene que ver con que el libro parezca una parodia de la fantasía épica, pero a ratos sentía que la fama de Celaena era más bien una leyenda autoconstruida, una especie de mantra que la protegía para no sentirse débil ante el malo de turno. Desconozco si en los libros siguientes se demostrará lo contrario, pero esa línea de pensamiento justificaba muchas de las actitudes de la protagonista y me hacía sentido.
En caso contrario, qué chascarro.
Resumiendo, si bien
Trono de cristal no resultó ser la asombrosa historia que me prometían en la blogósfera, sí me entretuvo bastante, y
sé apreciar un libro que me hace reír y me atrapa con sus personajes e historia. Bien por ti, Celaena.
PD: ¿Que este libro está ligeramente inspirado en La Cenicienta? Hablando en serio, nunca lo pensé. De hecho, si no lo leo en la reseña de Nicis en Goodreads, ni me entero.
PD2: Maldito spoiler que me has arruinado todos los libros siguientes.