Dear Classics vuelve a la carga

28.7.22

En este blog sabemos muy bien lo que significa la perseverancia (tozudez dirán algunos). Pues bien, las integrantes del club de lectura Dear Classics no podían ser distintas. 

Con Angie, Priscila, Kathe y Dani estábamos leyendo la obra de las Brontë cuando se nos atravesaron varias cosas en el camino: un estallido social, la pandemia, el trabajo, entre otros. Aquello influyó en que el club quedara en pausa. Coincidentemente fue con el mismo libro del parón anterior: Cumbres Borrascosas. (Ya lo he leído 2 veces a causa del club y no hemos podido comentarlo. Cosas de la vida).

Pues bien, hace un tiempo conversaba con Angie y con Pri por separado sobre lo mucho que extrañábamos el club, y que tal vez ahora las circunstancias nos permitirían retomarlo. Decidimos poner manos a la obra, de otra forma íbamos a quedar en la estacada.

Así que sí, el club de lectura Dear Classics vuelve en gloria y majestad. Ahora, incluso mejor, porque decidimos abrir una cuenta en Instagram para mantener informados y conectados a los participantes. Por supuesto, el grupo en Goodreads sigue habilitado, y es allí donde se cuece el debate de cada libro. 

Les invito cordialmente a sumarse, decidimos reinaugurar el club con un libro pionero escrito por una autora de gran calibre: Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Wollstonecraft Shelley

Por mi parte, estaré en una cruzada leyendo 2 ediciones en paralelo: la de 1816-1817 de Austral (el texto original recuperado por la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford), y la de 1818, edición anotada de Ariel (porque, si no lo sabían, hay 3 ediciones distintas de Frankenstein, siendo la última la de 1831 ampliamente revisada por la autora). Deséenme suerte, que la necesitaré.

Nos pueden seguir en Instagram en @dearclassics, y en Goodreads en este grupo (o click en la imagen).

¡Quedan invitadísimos!

Persuasión. O por qué no es necesario (ni bueno) modernizar la adaptación de un clásico.

19.7.22

Hace unos días me di el tiempo, junto con una amiga, de visionar la nueva adaptación de Persuasión, una de las novelas más íntimas de Jane Austen.

En esta ocasión, la película está producida por Netflix, dirigida por Carrie Cracknell y protagonizada por Dakota Johnson en el papel de Anne Elliot, y Cosmo Jarvis en el del capitán Wentworth. La tarea no es simple: las adaptaciones más recientes (la del '95 y la del 2007, ambas producidas por la BBC) se quedan cortas al llevar a la pantalla una de las novelas más ambiciosas y queridas de Jane. 

La trama, de por sí, plantea un desafío importante. ¿Cómo la historia de una solterona de 27 años, que se reencuentra con el amor de su juventud al que rechazó persuadida por otros, es capaz de encantar al público actual?

Pues bien, Cracknell usa la receta que tan buenos resultados le ha dado a Bridgerton: la "modernización". Pongo entre comillas el término porque los alcances del mismo son variopintos como el pelaje de un gato romano.

La modernización en Bridgerton, una novela basada en las novelas románticas de Regencia de Julia Quinn, son una elección estética y de marketing de los productores. Hay algunos artículos circulando en las redes sobre cómo el tema del vestuario fue clave para enganchar a la audiencia "moderna"; las prendas de aquel entonces fueron consideradas, en términos sencillos, aburridas y sosas. La música hace otro tanto: versiones orquestales de hits de ayer y hoy son un boom entre los fanáticos de la serie. 

Sí, puedo entenderlo. 

Sin embargo, no debemos olvidar un punto importante: la prosa de Quinn es la de una persona contemporánea que recrea la cultura y la sociedad del pasado. Quinn no vivió en la Regencia; tuvo que investigar, interiorizarse en prácticas y hábitos (los de la nobleza principalmente) y, en definitiva, hacer suyas, en la medida de lo posible, distintas características, rasgos y costumbres de la sociedad británica de principios de siglo XIX. 

Persuasión, por otro lado, incluso puede considerarse (salvando las distancias) hasta una especie de biografía de Jane Austen: el perfecto retrato costumbrista de la Inglaterra de 1815, con sus diferencias de clases, el estricto rol de la mujer como esposa, madre e hija, las dinámicas familiares, entre otros.

Sin embargo, Cracknell ha dejado todo eso de lado, insinuando a viva voz que las generaciones actuales no se sienten (o no deben) sentirse atraídas por aquel pasado. 

Yo critico abiertamente aquella visión. ¿Por qué derrochar la oportunidad de recrear la historia? ¿De aceptar el desafío de educar además de entretener? ¿De mantener vivas las novelas que han sabido sobrevivir dos siglos y que todavía siguen ganando adeptos? ¿De brindar un homenaje a la autora que tantos corazones y mentes ha conquistado gracias a su sagacidad, su humor y su cuidada exploración de la mente y los deseos humanos?

Sinceramente, me cuesta trabajo no sentirme decepcionada. Pasarán un par de años (o quizá no tanto si Elle tiene razón) para que otro productor apueste por esta adaptación, y quizá, incluso así, sigamos sin tener una que le haga justicia a una de las cartas más bellas jamás escritas.

Citas misteriosas #30

10.7.22


¿Qué es una persona, sino las huellas que deja? 
Olvidar es triste, desde luego. 
Pero que te olviden resulta solitario. 
Recordar cuando nadie más lo hace. 
Yo me acuerdo, susurra la oscuridad, casi con amabilidad, como si no fuera él quien la maldijo.
Un niño nace con el corazón roto. 
Los médicos entran en el quirófano y lo reconstruyen, vuelven a unir los trozos, y el bebé es enviado a casa. Tiene suerte de seguir vivo. Dicen que se ha recuperado, que puede llevar una vida normal, y sin embargo, a medida que crece, él está convencido de que algo sigue yendo mal en su interior. 
La sangre fluye, las válvulas se abren y cierran, y en los escáneres y pantallas, todo funciona como debería. Pero algo no va bien. 
Le dejaron el corazón demasiado expuesto. 
Se olvidaron de volver a cerrarle la armadura que conformaba su pecho. 
Y ahora siente... demasiado. 
No se te escapa la ironía de que por culpa de tu deseo de vivir, de aprender, de encontrarte a ti mismo, has acabado perdido.
El arte tiene que ver con las ideas. Y las ideas son más indómitas que los recuerdos. Son como las malas hierbas, siempre encuentran la forma de desarrollarse. 
«He encontrado una manera de dejar una huella», quiere decirle. «Pensaste que podías hacerme desaparecer del mundo, pero no puedes. Sigo aquí. Siempre seguiré aquí.»
La felicidad es efímera, pero la historia perdura en el tiempo, y al final, todo el mundo quiere ser recordado.
Esta es una pelea forjada a lo largo de los siglos. 
Tan antigua e inevitable como el giro incesante del mundo, el fin de una era, la confrontación entre una chica y la oscuridad.
V.E. Schwab

El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde ~ Robert Louis Stevenson

2.7.22

The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde · Robert Louis Stevenson
Autoconclusivo
Austral · 2021
160 páginas
ISBN 9786070774164
Robert Louis Stevenson fue uno de los gigantes de la novela de aventuras, pero también fue uno de los grandes conocedores de la mentalidad humana, por lo que era de rigor que tarde o temprano escribiera un clásico imperecedero como El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, publicado en 1886. Lúcido testigo de la Revolución Industrial ocurrida en el Reino Unido, Stevenson reflexiona acerca de los límites del método y de la ética científicos, pero, sobre todo y de una manera absorbente e inolvidable, de la dualidad entre el bien y el mal.

Comentario personal

Creo que la cultura popular, el musical y conocer el desenlace le han hecho un daño irreparable a mis expectativas. Por supuesto, sabía que esta novela corta es una breve y ficticia exploración de lo que actualmente conocemos como un trastorno de personalidad disociativo, pero no esperaba que alabase el regodearse en la maldad que anida en cada uno de nosotros.
 
El hombre no es realmente uno, sino dos.

A diferencia de Frankenstein, que me pareció brillante y superó todas las ideas preconcebidas que tenía sobre él, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde se queda corto en proporcionarme un atisbo de ese terror del que alardea página tras página: sí, Hyde es un ser monstruoso, pero el autor jamás nos permite sentir aquel miedo y aquella repugnancia de la que todos los personajes hablan cuando se encuentran en su presencia. Quizá tenga que ver con que conocemos el caso de Jekyll y Hyde a través de un abogado amigo de Jekyll, que poco y nada hace porque nos interesemos en los designios de su compatriota, sobre todo porque este último no tiene intención de develar su secreto hasta el mismísimo final; o quizá tenga relación con que Hyde es apenas una anécdota la mayor parte del tiempo, y poco y nada sabemos de sus maldades.


Lo que si está claro es lo absurdas que resultan las decisiones de Jekyll: un hombre maduro, respetado, cede a la curiosidad (así como cediera Frankenstein también) de dejar libre a su yo oscuro y lascivo, quedando él libre de toda consecuencia de los actos de su lado más malvado. Claramente, aquello sólo puede derivar en un desastre de proporciones: evidencia de ello es el capítulo final, donde vemos la desesperación sin pies ni cabeza de Jekyll, quien ha cavado su propia tumba con su absurda idea de darle un cuerpo a sus deseos ocultos o, más bien, intentar vivir sin consciencia a través de su otro yo.

No es fácil describirlo. Hay algo en su aspecto que no es normal, algo desagradable, francamente detestable. Jamás he visto a nadie que me inspire tal repulsión, pero no sé por qué. Debe de tener alguna deformidad; da una impresión de una cosa contrahecha, aunque no puedo especificar en qué consiste. Es un hombre de aspecto extraordinario y, a pesar de eso, no puedo decir que tenga nada que se salga de lo corriente.

La narración es rápida, ligera, y nos sumerge en un Londres brumoso del que apenas conocemos algunos callejones y las casas de los distintos personajes; Stevenson poco hace por crear una atmósfera terrorífica, pues el terror está en el personaje de Hyde, mediante el cual se utiliza el artificio de su aspecto "deforme" (entre comillas porque la deformidad tiene que ver con su espíritu corrupto) que va contra lo natural y las leyes del mundo.
 
Quizá lo más torpe es el desenlace, donde apenas se le da voz al verdadero protagonista para explicar por qué hizo lo que hizo, algo que apenas se resuelve en 20 páginas. Claramente me faltó historia, me faltaron personajes (aquí el mayordomo tenía un rol fundamental pero queda relegado a un par de intervenciones), me faltó contexto y me faltaron palabras. En resumen, decepcionada.



Les recomiendo darle una oportunidad al musical basado en esta historia, Jekyll and Hyde. Hay canciones que llevan viviendo en mi cabeza durante meses, como Alive o Confrontation. ¡Incluso existe una versión de Confrontation interpretada por nada más ni nada menos que David Hasselhoff! Se las dejo por aquí.